Estoy muy consciente de que hoy no escribo aquí para decirles lo que opino de un tema; más bien, lo hago para saciar mi morbo de ver una de las discusiones más divertidas que he presenciado entre dos columnistas de periódicos diferentes.
Carlos Loret de Mola escribe para El Universal y tiene como referencia los siguientes datos:
Nació en Mérida, Yucatán, México. Es Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)
Es conductor del informativo matutino Primero Noticias (1:N) en canal 2 de Televisa, y del noticiero vespertino “Contraportada” en Radio Fórmula.
Ha sido corresponsal de guerra en Afganistán y Haití. En Indonesia cubrió los desastres que ocasionó el tsunami.
Es autor del libro “El Negocio. La economía de México atrapada por el narcotráfico” y coautor de “Bitácora de Guerra”.
Su trayectoria profesional ha sido reconocida con el Premio Nacional de Periodismo 2005 y con una Mención Especial en el Premio Nacional de Periodismo 2001; el Premio del Certamen Nacional de Periodismo durante 2002,2003 y 2004 ; el Premio de la Asociación Nacional de Locutores en 2002 y 2003, el Primer Premio Parlamentario de Periodismo en 1998, entre varios otros.
En mayo del 2007 recibe el Premio Nacional de Periodismo por el mejor programa de análisis y debate de la televisión “Tercer Grado”.
LÍDER MUNDIAL 2008
Foro Económico Mundial en la lista de los jóvenes menores de 40 años
Publicado por EL UNIVERSAL
Julio Hernández López escribe para La Jornada. En el ex Presidente del Partido Revolucionario Institucional en el estado de San Luis Potosí, potosino nacido en Torreón, Coahuila, coexisten el político y el periodista. Ayer fue reportero de unomásuno y Excélsior, fundador de La Jornada, presidente del PRI en San Luis Potosí y dirigente nacional con Luis Donaldo Colosio. Hoy es asistente de la Dirección de La Jornada. Sin muchos más datos públicos, por cierto.
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Historias de Reportero
Por: Carlos Loret de Mola
08 de Diciembre de 2009
Una bomba en el Teletón
“Unos días antes, durante o después del Teletón va a explotar un CRIT”. La amenaza era sucinta y llegó a través de sendos correos electrónicos a las cuentas de Internet de los Centros de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) ubicados en Tlalnepantla, Estado de México, y Guadalajara, Jalisco.
Encabezada por Fernando Landeros, la fundación más exitosa y mejor evaluada de México dio parte a las autoridades de esta amenaza que fue de inmediato turnada a las áreas de delitos cibernéticos. Se tomaron las medidas de reforzamiento de seguridad necesarias y no se bajó la guardia.
Por eso cuando la mañana de ayer el conmutador del centro de rehabilitación de Tlalnepantla recibió la llamada de “en dos horas va a estallar el CRIT” seguida de “un colgón”, el plan estaba hecho: antes incluso de dar parte al presidente de la Fundación, los encargados iniciaron la evacuación de niños con discapacidad, familiares que forman parte de las terapias y trabajadores de todas las áreas, desde médicos hasta quienes atienden al público. Tras una inspección a las instalaciones bajo zozobra, el escuadrón anti-bombas de la Agencia de Seguridad Estatal mexiquense diagnosticó que fue una falsa amenaza.
Quien orquestó el amago no afectó al Teletón, no vulneró a Televisa o alguna de las empresas patrocinadoras, no molestó a ningún conductor, periodista, cantante, ac triz o actor comprometido con la causa, pero sí logró que 500 niños con discapacidad dejaran de asistir a sus terapias con sus familiares, interrumpieran su rehabilitación y encontraran en su camino a la integración con la sociedad un nuevo obstáculo a los que ya se enfrentan (discriminación, abandono, ataques a su dignidad, pobreza).
Entre el viernes en la noche y el domingo en la madrugada, el Teletón llegó a su meta de panzazo en año de crisis, recaudando más de 443 millones de pesos. Este 2009 hubo de enfrentar, además, la sistemática y organizada campaña —manifestada en Internet pero que mereció difusión y respuesta en televisión abierta— de intento de desprestigio. Los anti-Teletón sufrieron una derrota descomunal: no sólo se llegó a la meta en el monto económico sino que el número de personas que donaron superó al del año anterior.
Su discurso intolerante, sin matices, violento, pero derrotado, derrotado por millones de mexicanos, intentó un día más tarde una nueva ruta de expresión: la amenaza de hacer explotar un Centro de Rehabilitación Infantil Teletón tratando de manchar el triunfo social que representó la posibilidad de fundar dos nuevos CRIT’s, sostener los existentes y abrazar ahora la causa de los niños con cáncer. Está claro quiénes están detrás. Ni buscarle.
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Astillero
Por: Julio Hernández López
09 de Diciembre de 2009
Carlos Loret de Mola publicó ayer, en El Universal, una Historia de reportero denominada Una bomba en el Teletón. En ella narra reprobables amenazas anónimas, hechas por Internet, de colocar artefactos explosivos en los Centros de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) de Tlalnepantla y Guadalajara, y lo sucedido la mañana de este lunes, cuando una llamada telefónica anunciando un estallido en dos horas, provocó el desalojo preventivo de niños, familiares, trabajadores y médicos en el centro de rehabilitación de Tlalnepantla.
El plan estaba hecho, menciona el periodista de Televisa en una de sus líneas. Lo malo (¿el plan?) es que, a partir de esos datos, el conductor de televisión ha tratado de vincular, sin pruebas, las críticas en Internet al Teletón con amenazas de poner bombas en centros de rehabilitación. Según esas graves acusaciones, el Teletón consiguió este año de panzazo sus metas de recaudación, en parte por la crisis económica pero, además, porque hubo de enfrentar la “sistemática y organizada campaña –manifestada en Internet pero que mereció difusión y respuesta en televisión abierta– de intento de desprestigio”.
Aún así, en esa batalla que ha de suponerse equilibrada y pareja (internautas contra televisoras), los anti-Teletón sufrieron una derrota descomunal, pues en la colecta electrónica se habrían conseguido más dinero y más donantes individuales. Esa lectura bélica (¿de la guerra contra el narco, a la guerra contra los antiteletones?) cerró con un párrafo que constituye una peligrosa acusación contra quienes ejercen su derecho a la crítica y se oponen a los poderes desde Internet, particularmente en las cuentas de tuiter, donde el tema del rechazo al Teletón fue frecuentemente abordado. Dijo Loret de Mola: “su discurso intolerante, sin matices, violento, pero derrotado, derrotado por millones de mexicanos, intentó un día más tarde una nueva ruta de expresión: la amenaza de hacer explotar un Centro de Rehabilitación Infantil Teletón tratando de manchar el triunfo social que representó la posibilidad de fundar dos nuevos CRIT’s, sostener los existentes y abrazar ahora la causa de los niños con cáncer. Está claro quiénes están detrás. Ni buscarle”.
La relación que hace Loret de Mola es inequívoca: quienes criticaron en Internet, derrotados porque el Teletón tuvo más gente y más dinero, intentaron una nueva ruta de expresión: la amenaza de hacer explotar etcétera. Pero, ¿quiénes, Carlos? ¿Quiénes pasaron de críticar el Teletón al terrorismo telefónico?, ¿quiénes, derrotados, quisieron vengarse de esa despiadada manera?, ¿quiénes deben ser buscados (aunque, todo está tan claro, que ni buscarle) y llevados a declarar por la policía cibernética?
Porque, vincular sin pruebas la crítica con el terrorismo es abrir las puertas a la represión; vincular la libre expresión por Internet a la comisión de hechos delictivos como los relatados es una irresponsabilidad. A menos que se den pruebas. Carlos Loret de Mola ha sido un periodista de gran profesionalismo y sensibilidad política, sobre todo en la etapa en que colaboró con Ricardo Rocha en radio. De no poder sustentar lo que ha escrito, debería corregir sus letras y ofrecer disculpas a quienes legítimamente critican al Teletón pero no por ello son terroristas. De contar con pruebas, debería presentarlas de inmediato ante las autoridades correspondientes para que se inicie un proceso de indagación y eventual castigo. De otra manera, parecerá un amago preventivo de Televisa, una treta sentimentalista más para defender el espectáculo anual de caridades deducibles de impuestos, una guillotina judicial sobre Internet o un berrinche en las alturas televisivas al que un redactor cercano da acomedida transcripción pública. ¿Cuál es el plan ya hecho?
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Historias de Reportero
Por: Carlos Loret de Mola
10 de Diciembre de 2009
SACIAMORBOS
Julio Hernández aborda en su columna Astillero de La Jornada lo redactado ayer aquí en Historias de Reportero. Señala que se vinculó a los críticos del Teletón con la amenaza de explotar el Centro de Rehabilitación Infantil de Tlalnepantla, que obligó a su desalojo el lunes. No es por ahí. La crítica, la duda, la denuncia, la sospecha y el escepticismo contribuyen al equilibrio democrático y al periodismo serio. El discurso que no cuestiona sino odia, que no argumenta sino insulta, que no está abierto a modificar su posición sino que amenaza, que entiende la libre expresión como espacio para la violencia verbal (casi siempre anónima) contra quien piensa diferente, estoy convencido, conduce a violencia física, a las amenazas de bomba y a las bombas. El reconocido Julio Hernández no está en ese grupo, ni todos sus lectores, ni todos los anti-Teletón. Pero sí muchos que desde esa trinchera juegan con la violencia verbal (nunca habían amenazado un CRIT) al grado de regalarme —sólo ayer— dos perlas-comentarios en el portal de El Universal: “una bomba es la que te vamos a meter si sigues escribiendo sobre el indeseable Teletón”, advirtió “Bofertón”, y con ¿más humor? un tal “Insurgentes” dijo: “acabo de poner una bomba bajo tu asiento, échame a los federales”. Para los primeros, si me expresé sin exactitud, una disculpa. Para los segundos, que parecen más, ni una línea atrás, ni una disculpa y sí una condena y un anuncio: a mí no me amedrentan.
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Astillero
Por: Julio Hernández López
11 de Diciembre de 2009
Astillas
Enaltece a Carlos Loret de Mola que haya ofrecido disculpas ayer en su columna de El Universal, Historias de Reportero, a quienes se han manifestado, sobre todo en Twitter, contra el Teletón y a quienes el conductor de noticieros de Televisa había vinculado en anterior entrega, sin pruebas, con actos de terrorismo cuando menos telefónico. Carlos reinstaló el tema en el casillero adecuado: el de la opinión, no el de la acusación; el de la divergencia, no el de la represión. En ese terreno, el de la opinión, todo cabe; no en el de la vacua denuncia judicialmente favorecedora de la mano dura siempre necesitada de pretextos. En su opinión, Loret de Mola encuentra dos segmentos de tuiteros o, en general, de activistas contra el Teletón. Uno de ellos es respetable y a él ofrece “si me expresé sin exactitud, una disculpa”, pero a otro, el de unos presuntos promotores de discursos perversos, les mantiene un tono distinto: “Para los segundos, que parecen más, ni una línea atrás, ni una disculpa y sí una condena y un anuncio: a mí no me amedrentan”. Según la opinión de Loret de Mola, los segundos se distinguen a partir de “el discurso que no cuestiona sino odia, que no argumenta sino insulta, que no está abierto a modificar su posición sino que amenaza, que entiende la libre expresión como espacio para la violencia verbal (casi siempre anónima) contra quien piensa diferente”; ese segmento, “estoy convencido, conduce a violencia física, a las amenazas de bomba y a las bombas”. Por lo que respecta al nicho “positivo” de opositores al Teletón, este tecleador astuitero toma nota y agradece la sensibilidad de Carlos. Pero ello no implica compartir la división entre tuiteros buenos y malos, y el tono de confrontación. Toda amenaza e insulto es reprobable, pero también ha de recordarse que el discurso del odio ha sido principalmente impulsado desde los grandes medios de comunicación que se han convertido en voceros de una parte del país y ofensores del otro segmento. Pero, bueno, esta es una opinión, como las de Loret de Mola, y pueden debatirse sin violencia ni exabruptos...