1 de diciembre de 2019

"Al poder se le revisa, no se le aplaude"

Esas fueron las palabras con las que Víctor Trujillo "Brozo" despidió la última emisión de El Mañanero a través de Aire Libre. Esa poderosa frase resume un ejercicio ciudadano de análisis objetivo necesario que vas más allá del personaje que la enunció. El hombre es, per sé, irrelevante.

Hoy se cumple un año de que el Presidente más votado en la historia del país tomara el cargo de mandatario. Andrés Manuel López Obrador fue un político polémico, candidato polémico, y por supuesto que es un Presidente polémico.

A un año de la victoria democrática, la capitalización del indiscutible apoyo ciudadano no tiene satisfechos a todos. La nueva oposición está aferrada a la narrativa del desastre inminente como resultado de su bancarrota intelectual y moral. Algunos simpatizantes aún ven hacia la Silla Presidencial esperando el golpe de timón que cambie la forma de gobernar para siempre. Otros la ven con esperanza y satisfechos por los avances que el sexenio ha tenido.

La percepción objetiva sólo puede encontrarse en los datos duros.

PROMETER NO EMPOBRECE

¿Se acuerdan de esa larguísima lista de compromisos que AMLO leyó hace un año? Porque deberían.

Para el 1 de septiembre, el Gobierno de México había cumplido con 32, 30 estaban en proceso, 10 sin resolver y 28 que no podían evaluarse. Llevar el 32% cumplido y tener avances en otro 30% no suena mal.

Dentro de lo cumplido está el ajuste de los sueldos de altos funcionarios, la cancelación de la Reforma Educativa de EPN, las defensorías de migrantes en las embajadas y consulados, se fusionaron DICONSA y LICONSA, las canastas básicas se venden a precios bajos, y elevar a delito grave varios crímenes.

Pero dentro de lo no cumplido están puntos importantes relacionados con lo académico como las 100 universidades que operarían para jóvenes de escasos recursos y la promoción de la investigación científica en el CONACYT. Tampoco se ha hecho mucho por involucrar a los observadores de la ONU en temas de transparencia.

Cumplir con todos los compromisos hechos hace un año es imposible de hacer en 365 días, pero es un indicador que se puede medir y permite evaluar cómo están haciendo su trabajo en el Gobierno Federal.

EL FANTASMA DE LA MAFIA PASADA

Neoliberales, opositores, adversarios, fifís, conservadores... AMLO ha usado una retahíla de adjetivos para referirse a todos aquellos que están fuera de su esfera de influencia. Acostumbrado a estar en el lado de la oposición y la resistencia, la retórica es regularmente a la defensiva.

Al interior de la nueva fuerza política existe una escisión en los criterios para evaluar la crítica: una parte la ha usado para subirle el volumen a la confrontación y contratacar con más narrativa que datos duros; y otra parte ha aceptado las críticas como áreas de oportunidad para enderezar el rumbo de la administración. Y, por supuesto, también depende de quién viene...

La única tesis que ha demostrado ser acertada a lo largo de este año es que la oposición está moralmente derrotada. Han tratado de sostenerse de declaraciones exageradamente estrambóticas para atacar las acciones del Gobierno de México. No ha habido un día en que México no esté en riesgo de "volverse Venezuela", "volverse Cuba", "convertirse al comunismo", "convertirse en dictadura", etcétera.

La ridícula línea sobre la que camina el cinismo opositor es directamente proporcional a la desesperación que sienten por la amenaza que muchas de las acciones implementadas (y otras sobre las que ya se ponen bases) representan a su lujoso estilo de vida. Lo único que ha logrado la oposición es revivir el medievo en los pocos bastiones de poder que les quedan con leyes y acciones que promueven la violencia de género y la desigualdad social.

Sin embargo, el embate constante de la oposición ha tenido un efecto inesperado dentro de la parte que defiende religiosamente al gobierno: los hizo perder piso. Las pocas voces que critican objetivamente son perseguidas a través de las redes sociales para evitar que se salgan de la narrativa establecida. Es un caso grave de "si no estás conmigo, estás contra mí".

Desatender esta diferencia al interior del mismo movimiento, puede resultar en el surgimiento de tribus internas que despedacen el endeble capital político que han adquirido.

EL ATAQUE DE LA AUSTERIDAD COCODRILO

Si de algo se ha vanagloriado López Obrador a lo largo de este año es de la austeridad republicana. Algunos ya no pueden leer la palabra sin relacionarlo con el Presidente. ¡Qué buen branding, mano!

Con la flamante Ley Federal de Austeridad Republicana, se formaliza una de las promesas claves durante la campaña de AMLO: seguir la política de Benito Juárez y administrar al país sin dispendios, lujos o grandes sueldos. Entre los simpatizantes resultó ser uno de los puntos más prometedores, ya que es una acción que va contra la desigualdad social al habilitar la reubicación de recursos a áreas de gobierno asistencialistas.

La reducción de salarios fue sólo una parte de esta austeridad. La otra fue muy sonada durante la primera mitad del año: El despido masivo de empleados del gobierno federal tanto en la capital como en las entidades federativas. Se cancelaron plazas de asesores, direcciones adjuntas, seguros médicos privados, bonos extraordinarios, guardaespaldas, gastos en comidas o servicios de telecomunicaciones, viáticos y publicidad.

Menos empleados en el gobierno significa ahorro en el presupuesto, ¿no? Pues sí, pero la ejecución rápida de esta medida los hizo caer en una trampa: ineficiencia en las operaciones. No sólo hablamos de las complicaciones en oficinas por tener que hacer más actividades con menos personal, sino que esto deriva en verdaderos problemas como el desabasto de medicamentos en instituciones públicas. La versión oficial es que se suspendió la compra por haberse detectado irregularidades en los precios de los productos, pero a saber qué tanto influyó el hueco administrativo que cientos de empleados despedidos dejaron.

¿A dónde se está yendo el dinero ahorrado? A varios lados, a decir verdad: El programa "Jóvenes Construyendo el Futuro" emplea a más de 900,000 aprendices. Los subsidios para los ancianos se incrementó. Los campesinos venden sus productos con precios de garantía que mejoran sus ingresos.

SLIM-FAST Y LA INVERSIÓN DIETÉTICA

Cuando Carlos Slim declaró que a pesar del bajo crecimiento del PIB contuviera la inflación porque eso sentaba las bases de una mejor política financiera, se escuchó hasta Marte la aliviada aspiración que esta bocanada de oxígeno le dio a la administración obradorista.

Junto con el Gobierno de México, los grandes empresarios anunciaron mega proyectos de inversión en infraestructura por más de 100 mil millones de pesos; además de un agregado de 40 mil millones de pesos en telecomunicaciones por año. Aseguró que los recursos mundiales y nacionales están dispuestos para entrarle en esta gran área de oportunidad, que resultará en un impulso al PIB. Hay mucha confianza en México por parte de los inversionistas financieros como resultado del combate a la impunidad y la corrupción, el enfoque al desarrollo en el sureste y la austeridad del gobierno.

Aunque Papá Telmex no goza de la mejor reputación entre la ciudadanía, es innegable que su figura tiene un peso específico muy importante en el sector financiero. La alianza con AMLO (que ya se veía venir) reacomoda el engranaje del motor económico del país. Queda la pregunta de hasta donde se doblará cada uno de los actores para mantener dicha alianza.

LAS PISTAS DE LA 4T

El Gobierno Federal no se sostiene solo ni llegó al poder sin acompañantes. La aplastante mayoría en el Congreso y el Senado con que AMLO llegó al poder son las herramientas perfectas para que la Cuarta Transformación se asiente en todo el país.

Y, por la mayor parte del año, así fue... Aunque con muchísimos bemoles.

Como sucede en el gabinete, los integrantes de MORENA en ambas cámaras han tenido muchos problemas para integrarse completamente en la ideología del Presidente. Han sido, de hecho, los principales promotores de la creación de tribus dentro del partido, rompiendo con la estructura monolítica que le caracterizó durante la campaña. No es que la pluralidad de corrientes ideológicas esté mal, sino que lo que se pelea es puro poder y capital político.

A través de estas fracturas internas, se han dado deslices que desalientan a los simpatizantes del partido. El más reciente: la aprobación de un súper aguinaldo. ¡Ay de los que no entienden!

Pero no es el único lugar donde hay tropiezos y cosas que no cuadran. Las postulaciones en la CNDH, la SCJN y la FGR han dado mucho de qué hablar por tratarse de instituciones clave para la Federación y los postulantes no han sido los más convincentes para el público general. Más que por la trayectoria, por los vínculos que tienen con el Presidente y su movimiento político.

Está claro que uno siempre recomienda a su gente, ¿pero cómo garantizará que el cargo y sus funciones serán desempeñados de forma totalmente equitativa? Que las acciones disipen nuestras sospechas.

ASIGNATURA VIOLENTA

El tema que aún no tiene avances claros es el de la seguridad pública. Ahora que ya se cuenta con la Guardia Nacional, se ha hablado mucho de una estrategia que no pinta con claridad.

La ideología del Presidente es evitar masacres y apelar al sentido común del crimen organizado, pero ningún "fuchi guácala" los ha hecho entrar en razón. Ni siquiera amenazarlos con a usarlos con su mamá. Esas frases cómicas y espontáneas que caracterizan las conferencias matutinas de López Obrador no han tenido eco en el México real e incendiario.

Las cifras de los muertos siguen apilándose. Las cifras de desaparecidos no dejan de escalar. La violencia da el pretexto perfecto para que la oposición voltee al norte y vea a Trumpimiliano de Habsburgo, soñando con una intervención estadounidense que deponga al "mesías tropical".

El gobierno tiene la convicción de que la solución es atacar los problemas de raíz. Darles educación y trabajo a los jóvenes que se unen a las filas del narco para poder tener algo de dinero en sus bolsillos. No están equivocados. Pero no se pueden poner todos los huevos en una canasta cuyos resultados van a tomar mucho tiempo, y esperar que lo que ya está descompuesto se componga por arte de magia. Lamentablemente, la inseguridad heredada es ineludible y se debe combatir más allá de la pacificación.

UN ARRANQUE ESTABLE, PERO DIFÍCIL

Espero que 2019 sea el año más difícil para este sexenio. Todo arranque de gobierno es complicado porque la administración anterior aplica un "Año de Hidalgo" y los nuevos miembros del gabinete deben aprender cómo operar al país desde su interior. Por esa razón, no me sorprende que AMLO esté cambiando o retractando algunos de sus dichos del pasado. No es lo mismo ir de pasajero que estar frente al volante, después de todo.

Tampoco me sorprende el pragmatismo que se ha mostrado alrededor de ciertos personajes. Bartlett, Monreal y Napo Gómez son personajes que tienen el conocimiento operativo de sus áreas y tienen los contactos para mantener funcionales sus sectores. ¿Son personajes cuestionables? Sí. ¿Tiene métodos aún más cuestionables? ¡Por supuesto! Pero lo que quedó descubierto en una parte del gobierno, quedó cubierto por ellos. Sus áreas funcionan como han venido operando por años.

A pesar de los embates de la macroeconomía, el peso cierra el año muy estable. Se ha mantenido abajo de la línea de los 20 pesos, con algunos meses por debajo de la de 19. En eso también les falló a los agoreros del desastre que pronosticaban el peso a 30 o 40 pesos. Le pese a quien le pese, la estabilidad es un logro con todo y el refrenón económico que la austeridad representó para la inversión.

Este año sentó bases legales, sociales y económicas que en el próximo ciclo el Gobierno de México tendrá que capitalizar muy bien. Se ha tomado un año para agarrar vuelo, y el próximo debería empezar una carrera con una inercia transformadora que prácticamente obligue al electorado a recuperar la confianza y fortalecer la esperanza.

Mientras tanto, los ciudadanos no debemos dejar de evaluar. Es un ejercicio sano y que la autoridad debe aceptar como parte de su relación con un pueblo participativo.