16 de noviembre de 2009

Paladín

La compasión para buscar la bondad, la voluntad para mantener el orden, y el poder para vencer al mal - estas son las tres armas de el paladín. Pocos tienen la pureza y la devoción que se necesita para tomar el camino del paladín, pero los que la tienen son recompensados con el poder de proteger y sanar; así como el de castigar al mal. En tierras de magos conspíradores, sacerdotes impíos, dragones sedientos de sangre y enemigos infernales, el paladín es la última esperanza que no puede ser extinguida.

Nadie elige ser un paladín. Convertirse en paladín es escuchar un llamado, aceptar su destino. Nadie, por muy diligente que sea, puede volverse paladín a través de la práctica. La naturaleza está en uno o no, y no es posible ganar la naturaleza del paladín a través de un acto de voluntad. Es posible, sin embargo, no reconocer el potencial de uno y seguir algún otro tipo de vida.

El poder divino protege al paladín y le da capacidades especiales. Los protege del peligro, de la enfermedad, se curan a sí mismos y protege su corazón del miedo. Un paladín puede canalizar esta energía a otros, curar sus heridas o enfermedades. Finalmente, el paladín puede usar esta energía para destruir al mal. Aún el paladín más novato puede detectar el mal.

A pesar de estar protegidos por la divinidad, no tienen que ser devotos de un dios particular - ser devoto a la justicia es suficiente.

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