La revolución que viene

¿Quién no ha prendido la televisión para darse cuenta de la grotesca demostración de violencia urbana que se está viviendo en las calle de nuestro México? Diario vemos muertos, balaceras, ataques a bancos, tiendas, asaltos a mano armada, secuestros, todo; todo lo imaginable está en las calles de México hoy en día.

Podemos pensar que todo este caos viene de organizaciones delictivas fuertemente armadas y listas para mantenernos aterrorizados dentro de nuestras casas. Pero no, no todo viene del crimen organizado; también la sociedad está poniendo su granito de arena. Poco a poco México está despertando del pacífico y conformista coma en el que estuvo sumergido desde que el gobierno empezó a reprimir a la gente activamente. ¿Ejemplo? Busque el significado del 2 de octubre para la Plaza de las Tres Culturas.

Día tras día, la gente prende sus televisores y lo único que ven es el reporte diario de los homicidios cometidos en el mundo. El extranjero califica a Chihuahua como la región más peligrosa en el mundo… sí, por encima de Irak. Pero nos hemos entumecido tanto que dejamos que la violencia en las calles crezca y nuestro mundo se hace tan pequeño como la sala; la esperanza que a toda hora nos colgamos es que nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestras parejas, todos lleguen sanos y salvos. Hemos aceptado, este permanente estado de zozobra e inseguridad como la normalidad en el mundo; pues, ¡no! Se nos ha olvidado que somos seres humanos y nuestra vida tiene valor, hemos preferido agazaparnos en nuestros sofás esperando que pronto acabe. Malas noticias. Apenas está empezando.

México se está cansando de la injusticia, de los atropellos de sus gobernantes; la gente se está hartando y se pone de pie para darse a escuchar. Pueden preguntárselo a Marcelo de los Santos y su precioso traje gris escurriendo claras y yemas al suelo cuando asistió a la instalación del Congreso local este 14 de septiembre. Los ciudadanos cansados de las clásicas promesas que los gobernantes no pueden y no quieren cumplir, se aseguraron de que se llevara un recuerdo de ellos. Sin embargo, para el Ejecutivo Federal aún no están lo suficientemente empobrecidos e impulsa la aprobación de su programa económico para el 2010, donde arremete con su 2%. Las cosas se calientan más y más en San Luis Potosí, el fuego no tardará en esparcirse por todos lados.

En Cuauhtémoc, Chih., un grupo de ciudadanos tomaron la sucursal de Scotiabank para protestar por sus elevadísimos intereses de hasta el 500%. Esto llevó al cierre de 13 bancos en la zona bajo el alegato de que los municipios ya no podían proporcionar la seguridad que necesitaban. Luego, los agricultores chihuahuenses se rebelaron a la CFE para protestar por sus estratosféricas tarifas para el cobro de la electricidad. La SME intercedió en beneficio del pueblo e intentaron disminuir en 15% el precio de la energía; por el momento, no sabremos el resultado de esta intervención pues el gobierno federal se está encargando de desarticular al gremio.

En medio de todo este caos, llegan los guerrilleros verdes del FLA para bombardear a los bancos y lanzar un mensaje de odio a los que no se unan a su causa en pro de los derechos de los animales. Esto sin contar a los transportistas que incendian autobuses justo afuera del recinto en San Lázaro para protestar por el alza en el diesel.

Obviamente, en algunas partes del país, la gente se está apoyando en el narcotráfico para poder vivir ya que, a diferencia del gobierno federal, ellos son los únicos que pueden seguir generando empleos. La gente se muere de hambre y el narcotráfico les da las herramientas y los recursos necesarios para poder comer un día más. Así sucede en Salvatierra, Guanajuato; donde la gente asalta los ferrocarriles que llevan grano para revenderlos en otros mercados. No se les puede juzgar certeramente; después de todo, sólo intentan ganarse el pan de cada día a como dé lugar.

La gente secuestra microbuses para protestar por el alto pasaje, cierra los bancos que denuncian como capitalistas sanguijuelas del pueblo mexicano, realiza mítines protestando por la calidad educativa y roban para sobrevivir. Caos, caos, caos. ¿Podrá el gobierno de Felipe Calderón aplacar esta creciente ola de inconformidad que amenaza con convertirse en un estallido social?