La mayoría de los jóvenes estudiando alguna carrera o a punto de culminar sus estudios, de éstas y otras generaciones, piensan y añoran en algún momento acabar y ser empleados al corto plazo, integrándose al cuerpo laboral de la nación y materializando los sueños de jóvenes profesionistas. Pero, no. Tal perfección de planes es inalcanzable para la mayoría de los estudiantes recién egresados.
Por años, aquellos pocos universitarios que han logrado egresar sin desfallecer en el camino y que, además, han obtenido un empleo afín a su preparación académica, se dan cuenta de la adversidad a la que sus compañeros generacionales se tienen que enfrentar en la búsqueda de un buen empleo. Nada ajenas nos resultarán esas conversaciones con viejos amigos que nos platican su vida desde la última vez que los caminos se cruzaron, conversaciones en la que nos han comunicado que han acabado alguna carrera... pero que están trabajando en cualquier otra cosa excepto aquella en la que está especializado.
México ha tenido problemas históricos para resolver el poder emplear jóvenes profesionistas mexicanos, así como a los profesionistas que ya no son tan jóvenes. De ahí que, desde que puedo recordar, el país ha tenido muy marcado el fenómeno de la fuga de talentos. El Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM estima que el 70% de los jóvenes que se están entre los 15 y 24 años emigran al extranjero en busca de empleo. Es decir, gente preparada y que apenas inicia la etapa productiva de su vida busca trabajo lejos de México en mercados que satisfagan sus necesidades; decisión que me parece respetable para esas personas que quieren un bien para sí mismos. Sin embargo, lo que no se considera, es que con ellos se va toda la inversión que el Estado puso en la educación del individuo.
¿Y qué con los que se quedan? Más de la mitad no tiene seguridad médica y el 30% trabaja informalmente. La IIE-UNAM calcula que hasta 350 mil mexicanos inician labores en el sector informal anualmente. Y estas cifras pueden aumentar en la próxima recesión, ya que la gente se verá obligada a trabajar en actividades complementarias que les ayuden a obtener los recursos que necesitan; pero ello no garantiza que las capacidades de esta población se malgasten.
Hoy en día, estamos en una etapa demográfica que se le conoce como bono demográfico. Es decir, estamos atravesando por una etapa en la que la nación cuenta con más población en edades de trabajar (entre 15 y 64 años) que la población que no puede trabajar y depende de ellos. Esta condición poblacional propiciaría un avance socioeconómico para la nación, avance que ha mostrado ser un fuerte impulso económico como lo han demostrado países, como Francia e Inglaterra, junto con el bloque de países listos para ser las próximas potencias mundiales entre los que están China y Brasil.
Conapo estima que este bono demográfico nos acompañará hasta el año 2048, año después del cual la población deberá mostrarse de la manera opuesta a la tendencia actual. Habrá más personas ancianas que jóvenes para aquel entonces y, por ello, tendremos menos fuerza laboral capaz de sustentar a la población que depende de ellos. Nos quedan 39 años… y contando.
En varios estados, se han arrancado algunos programas de apoyo a micro y pequeñas empresas y, también, algunas universidades públicas han iniciado proyectos llamados “incubadoras de empresas”. Esto es con el propósito de brindar alguna plataforma para que los jóvenes deseosos de materializar algún proyecto, lo puedan llevar a cabo gracias a la inversión del Estado y la universidad. Pero, desgraciadamente, estos programas y proyectos no han tenido el auge que se esperaba. Entonces, ¿qué es lo que quiere la gente?
Trabajos a la altura de sus capacidades. Trabajos que remuneren el esfuerzo invertido en las aulas de escuelas públicas o privadas. Instituciones dispuestas a contratar alumnos capaces aún cuando no tengan experiencia previa, pues esta es una extraordinaria limitante para la juventud mexicana. No más maquiladoras donde los altos mandos son y siempre serán los extranjeros. Un mercado donde la competencia realmente exista y no sofoque a las nuevas empresas.
México necesita cambiar su estrategia y crear los empleos que su gente necesita o tendremos que seguir conviviendo con el fenómeno de la fuga de talentos para que las generaciones que vienen no estén condenadas a vivir en un mundo hecho por y para incompetentes, para que México tenga la mano de obra que necesita y merece para salir de esta crisis y del yugo de los norteamericanos.
1 comentarios:
es increible ver a ingenieros vendiendo tacos, o manejando taxis, muy pocos se aventuran a trabajar por su cuenta, fuerza laboral si hay, lo que no hay como bien dices es empleos, la fuga de cerebros es inevitable, y mas con esta delincuencia tan remarcada que obliga a empresarios y empleados a buscar horizontes lejanos pero mas seguros, y yo me pregunto, y el presidente del empleo que pensara hacer al respecto en la segunda mitad de su sexenio?, dejo saludoss!!
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