21 de septiembre de 2009

En el confesionario

“Padre… quiero confesarme.” Fue lo primero que dije antes de hacerme pequeño y sentarme en uno de esos curiosos asientos. Normalmente, uno se hinca para confesarse mostrando la humillación generada por el pecado; yo no, prefiero encogerme frente a ti en este asiento, padre. Luego, lo escuché hablarme en latín… se escuchaba hermoso:

In nómine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen. Misereatur tui omnípotens Deus, et dimíssis peccátis tuis, pérdúcat te ad vitam aeternam. S. Amen. Confiteor Deo omnipoténti, beátae Maríae semper Virgini, beáto Michaéli Archángelo, beáto joánni Baptístae, Sanctis Apóstolis Petro et Paulo, ómnibus Sanctis, et tibi Pater, quia peccávi nimis cogitatióne, verbo et ópere, mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.

Quiero confesarme… ¿confesarme? No, prefiero platicarte lo que he pasado. Mas me da miedo no saber por dónde empezar, siempre me han dicho que todo lo ves y todo lo sabes. ¿Qué te puedo platicar que no sepas?

Es como platicarte que desde pequeño la vida me ha dolido. ¡Sí, es en serio! ¿Nunca lo notaste? Quizás será porque tiendo a ser hermético con mis sentimientos. Mis amigos lo saben, es muy difícil sacarle algo a un silencio mío; no importa cuanto algo me esté quemando por dentro, no importa cuanto me moleste, es muy probable que nadie se entere o pase desapercibido en un silencio.

Y hay muchas cosas que me molestan, Padre; como mi falta de entendimiento. Hay cosas que no entiendo y que, probablemente no entenderé pues, no tienen explicación alguna. Me gustaría entender muchas cosas. ¿Por qué la luna tiene que ser tan cambiante como los estados anímicos de las personas? ¿Por qué no puedo atrapar un arcoíris? ¿Por qué no puedo oler nada? ¿Por qué tengo una vista deficiente? ¿Por qué no soy bueno con las matemáticas? ¿Por qué no puedo cultivar gardenias para mi mujer en el patio trasero? ¿Por qué los huesos se debilitan? ¿Por qué somos tan frágiles? ¿Por qué el mundo, la humanidad más bien, se ha vuelto una mierda? ¿Por qué es más fácil amar un vicio que a la vida?

Todos nos infectamos de algún fétido vicio patrocinado por la asquerosa humanidad. Hay quienes se envician con cosas tan superfluas como “la moda”. Son gente que vive en los centros comerciales paseándose de pasillo en pasillo y de vitrina en vitrina comprando ropa y accesorios para vestir compulsivamente. Existen otros que se envician con cosas más… instintivas, ¿sabes a lo que me refiero? Gente que puede vivir teniendo sexo una y otra vez sólo por el placer que ello le genera. Es decir, ni siquiera atienden a los roedores fines de reproducción que muchos buscan, sólo quieren coito, orgasmo y un premio por su valía sexual. Antes había una mínima categoría pero ahora, mientras más depravado parezca, más excitante y aplaudible es.

También hay quienes son viciosos de alguna sustancia y los que se hacen millonarios explotando esos vicios. Tú sabes de quienes hablo. Error. No sólo los narcos se han vuelto millonarios vendiendo alguna sustancia adictiva; si no me crees, puedes referenciarte a la gente de las casas cerveceras, a los que producen tequila, vodka, champagne, vino, coñac, cigarrillos, habanos, refrescos… ¿Qué? Bueno, está bien. Exageré con los refrescos. De todas maneras te digo, no entiendo los vicios por ingerir un veneno “socialmente aceptado”. ¡Pamplinas!

Ahí tienes a los que se fuman/inyectan alguna droga para sentirse más valiosos y bravos. Andan por la calle actuando como bravucones aventándote sus láminas baratas y pasadas de moda. Sienten que por tener un carro con dispositivos similares a aquellos que se ven en las películas de carreras se ven a ver igual de atractivos o fornidos que el Vin Diesel.

No te sorprende, ¿verdad? Que esté divagando tanto si ya sabes que soy buenísimo para eso. Pero, bueno, ya de perdido sabes alguna de las cosas que me molestan. Debes de admitir que es más divertida esta plática que las que tienes con las viejitas domingo tras domingo. No sé que te platicaran pero seguro te platican todo el chisme de la semana; que mejor que te lo cuenten a ti que le cuenten esas cosas a medio mundo. Total que tú ya las sabías.

Creo que lo que me dolía de la vida era que siempre la mantuve vacía. No quise que algún sentimiento o emoción, que no fuera odio, echara raíces en mi alma. Siempre volqué mis sentimientos en una repugnante ola de odio y desprecio para demostrar que mi corazón es duro como una roca. Viví en una constante búsqueda por algo que llenara el hueco en el alma que yo me generaba… Sí, lo admito. También estuve de ‘galán’ por un tiempo, pero fue con mucha más categoría y respeto en comparación con los nuevos ritos de apareamiento. Pero al tiempo comprobé que ni eso me llenaba y lo convertí en algo mecánico, tan sólo por mantener un estatus entre mis compañeros de tribu.

Adopté la soledad. Me recluía en mi cuarto sólo durante horas sintiéndome una especie de lobo escondido durante el día para atacar durante la noche. Yo sé, padre; que está un poco… exagerada esa descripción pero es lo que yo sentía. Siempre pensé en mí como un lobo solitario. Vivía sólo, seguía mis reglas y adoptaba mi actitud de depredador mientras acechaba a mis presas.

¿Sabes quiénes sí me caen mal? Los pend… digo, los tontos. Los ‘tontos’ nomás andan viendo la forma de estorbarle a los pocos humanos que tenemos neuronas funcionales. Creo que lo mejor siempre es anularles con acciones e iniciativa, de tal forma que les quitemos todas posibilidades de acción antes de que nos estorben.

Para no aburrirte con más parloteo, déjame concluir mi confesión. Creo que todo mi problema es que no era bueno para perdonar, aunque tengo una memoria de chorlito y, cuando se me olvida algo, pues es casi como perdonar, ¿no? Pero no. No era bueno para perdonar, Padre; mucho menos una traición. Tengo un corazón con muchas cicatrices… pero ya son cicatrices, Padre, ya no son las heridas abiertas que cargaba en el pasado. Al fin me estoy permitiendo sanar. Duele menos de lo que temía.

Y eso es todo… ¿Penitencia? ¿En serio crees que me voy a poner a rezar millones de ‘Ave María’? No, Padre… no me castigues más. Mejor dame la oportunidad de enmendar mis errores amando como se debe amar en esta nueva etapa de mi vida. Déjame amar y verás que te sentirás orgulloso de mí.

¡Ah! Por cierto… No me gusta pedir favores pero ya que estamos en esto… ¿Podrías ayudarme a cuidarla? Nomás te pido que me le des salud y muchos años de vida, yo me encargo de ver la forma en la que le proveeré lo demás.

2 comentarios:

NegaCross dijo...

Creemos que estamos bien con nuestra soledad, odio, apatia; que el mundo es algo por lo que no vale velar, cambiar, incluso vivir. (Confesion: Yo tambien me sentia igual). Pero descubrimos esos elementos hermosos que se encuentran escondidos y que se manifiestan de diversas formas y en diferentas momentos y llegamos a apreciarlos fuera de nuestra vision mezquina nos sentimos iluminados, mejores personas. Y entonces estamos dispuestos a perdonar, amar y disfrutar del nuevo amanecer.

Como detalle curioso: mientras leia y respondia la entrada del blog escuchaba "Prophecies" de Phillip Glass y senti "la piel chinita"

Diria un Lic. "Nos cayo el veinte"

Lord Vyzarro dijo...

sin querer me hiciste recordar muchos capitulos de mi vida que he deseado olvidar, sin embargo por algo siguen ahy, perdonar, no creo en ese concepto, mas bien comparto tu peticion, enmendar, pero no dejar que el que causo el daño enmiende solo su error si no ayudarlo, si se equivoco es porque el no sabe lo que se yo, excelente nota, dejo saludoss!!!!!