27 de agosto de 2009

Orgullo universitario

En este enredoso país de tramitologías y burocracia, desde pequeños nos embarcamos en una de las aventuras más nobles de nuestras vidas: la educación. La búsqueda de conocimiento es, quizás, la más renegada por todos cuando somos pequeños. Sólo, piénselo bien; ¿qué niño promedio en su sano juicio deseó ir a la escuela por el placer de aprender? Todos empezamos renegando nuestra suerte en alguna digna institución de educación pública... bueno, cuando la SEP era más digna y consciente de nuestros valores patrióticos. Con el tiempo, nos hicimos a la idea de que ir a la escuela era lo correcto y, algunos, nos llegamos a enamorar de los libros.

Así fue como hicimos nuestro camino hasta llegar a la universidad; cúspide de nuestros esfuerzos académicos y enorgullecedora insignia de la cultura y educación. No todos llegaron a criar ese amor que uno desarrolla por la institución educativa, pues la mayoría de los estudiantes se inclina a pensar que es sólo un escalón más en la vida y que el papelito es lo único que importa. Muchos fallan en darse cuenta que no es una escuelita dedicada a que los alumnos vayan y devoren libros noche tras noche, en la búsqueda de un simple y vil número al final del ciclo escolar.

La universidad es una institución creada para generar científicos, investigadores, desarrolladores, emprendedores; es decir, no está sólo para darle al alumno sino para que el alumno aporte de vuelta a la universidad, y de paso sea dicho que a la sociedad y la cultura misma.

Desgraciadamente, son pocas las instituciones universitarias que en nuestro país operan con ese afán, pues hemos fallado en crear más universidades que funcionen así. Y digo "hemos" porque los estudiantes tenemos gran parte en ello por el conformismo al que nos entregamos y la carencia de pasión a la camiseta de la institución.

Sin embargo, con todo y lo deteriorada que nuestra educación básica parezca en la actualidad, la SEP (sí, ellos otra vez) ha decido realizar un recorte presupuestal en las universidades públicas del 1%, recorte que significa una merma de 200 millones de pesos para la máxima casa de estudios en el país: la UNAM. A pesar de este golpe a la educación superior, la UNAM es la primera que se ha planteado estrategias para evitar que este recorte les obligue a paralizar áreas sustantivas; lo cual da paso a la pregunta obligada: ¿Quién defenderá a la educación pública?

Por ello, uno mi voz a la de José Narro y le pido a los legisladores de la nueva legislatura se den cuenta de que la educación superior es muy importante y el golpear de esta forma a las instituciones educativas sólo nos llevará a un rezago cada vez mayor en la educación y, por ende, en el desarrollo de nuestro país.

No nos queda más que confiar en que la iniciativa de los legisladores de todos los partidos por eliminar la Secretaría de Función Pública se concrete; ello representaría un ahorro de 1,500 millones de pesos. Me parece más que suficiente para solventar el recorte e, inclusive, invertir un poco más en la educación pública del país. Sólo esperemos que no intervenga más el queridísimo yerno de Elba Esther y su estrecho de Bering invertido o el 'secre' Lujambio para deslumbrarnos con su epifánica frase: "ningún libro de texto está escrito con sangre ni está escrito por Dios". ¡Qué forma de guardar el carácter laico de la estructura educativa pública!

2 comentarios:

Dairam Domínguez Ortiz dijo...

Mira que nos han robado todo... ahora.. hasta la Conquista.

NegaCross dijo...

Por eso la Influenza AH1N1 se convitió en Infuencia HLNL gracias a Elba "Regalo Hummers" Gordillo. Y que más del 70% de los maestros no puedan reflejar su educacion, y deban "Tranzar" su plaza.