“¡Te quedaste dormido!” “¡Claro que no!” “¿Ah, sí? A ver, ¿de qué te estaba hablando?” “… De…….”
Incontrolables, inexplicables y desorientadoras experiencias son las que he vivido gracias al negro humor de la narcolepsia incrustada en mi cerebro. No me pasa sólo con una persona y, los que lo han vivido, saben lo desconcertante que es mi narcolepsia; después de todo, regresar de un súbito apagón y continuar con lo anterior brincando ese episodio como si nada hubiera sucedido es sorprendente para todos, hasta para mí.
Me pasa aquí y allá. En el trabajo, sentado frente a mi estación de trabajo mientras me cruzo de piernas para acomodarme mejor en la silla. Incluso mientras escribo esto, he de tener algún episodio narcoléptico.
Leyendo un poco sobre la narcolepsia, me encuentro con cosas que le ponen un poco de sentido a lo que me pasa. Eso explica porque cuando me quedo dormido a mediodía mi cuerpo se siente totalmente diferente a cuando me duermo por las noches. De acuerdo con la lectura, mi cerebro no descansa por las noches aún durmiendo periodos normales de 8 horas pues, la base de esta condición, se basa en un trastorno de las fases de sueño. Durante las horas normales de sueño, el cerebro no entra fácilmente a la etapa REM retardando el sueño profundo. A diferencia de un episodio narcoléptico donde el cerebro entra directamente a la etapa de sueño profundo provocando que la persona caiga en un sueño inmediato. Existen tratamientos para esta condición, son similares a los tratamientos para personas con epilesia.
Mientras tanto, puedo comentar que he descubierto el verdadero truco del café para mantener a los que lo toman despiertos: Les quema la lengua. Si ese ardor no despierta, no sé qué lo hará.
P.D. – No, no soy perico… Sólo por si creían que también tenía esa afectación. (Para entender este postdata, haz clic aquí)
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