A finales de 1857, Félix Zuloaga expresó su interés por reemplazar la Constitución de 1857 con una carta constitucional que expresara las maneras en las que los conservadores de la época querían manejar al país. A este plan, llamado de Tacubaya, Benito Juárez se opuso de manera decidida y la Guerra de Tres Años dio inicio en el país.
En aquellas épocas, la Iglesia Católica ostentaba un poder económico y político tan grande como para influir en la administración y el manejo del país; por ello, mediante una serie de medidas legislativas establecidas en la Constitución de 1857 y otras tantas dictadas por Juárez modificaron de manera profunda muchos aspectos de la vida nacional. Desde Veracruz, Juárez decretó las Leyes de Reforma que definían al Estado mexicano como uno laico.
Hoy día, vemos en el centro del país una de las colisiones entre Estado e Iglesia más fuertes vistas en los últimos 30 años. Las llamadas “leyes vanguardistas” que legalizan el matrimonio entre personas del mismo sexo y la que prohíbe el aborto en 17 estados de la República Mexicana, hacen que las opiniones en el país se polaricen de sobremanera; especialmente, alrededor del tema de las bodas gay. ¿Cómo inició este alegato entre Estado e Iglesia?
El Ejecutivo y el Legislativo del Distrito Federal le ‘hicieron la jugada’ al catolicismo aprobando la ley que permite la unión de homosexuales bajo las mismas leyes que protegen a un matrimonio, además de darles la facultad de adoptar niños. Las autoridades católicas han reaccionado de la forma más agresiva al amenazar al partido en cuestión (PRD) con llamar a sus fieles para no votar por ellos en las próximas elecciones. La reacción de la Iglesia definitivamente logró acalambrar a más de un amarillento político, excepto a Marcelo Ebrard al pedirle a aquellos respetar el Estado laico. Y no es por aplaudirle al sr. Ebrard, aunque debería, ni por aludir a los otros partidos pero, ¿a ellos no les interesa la preservación del Estado laico? En la época donde las elecciones se acercan y perder el apoyo de las asociaciones religiosas podría significar perder una elección, les es indispensable mantener las paces con dichos grupos, les es necesario alimentar su doble moral.
Siento que el problema de raíz con las leyes que permiten el matrimonio entre homosexuales es el planteamiento. La concepción de “derechos iguales para desiguales” lleva a esta clase de conflictos pues no puedes conferirle ni el mismo nombre ni los mismos beneficios y obligaciones legales a un acto calificado como anormal bajo los esquemas de la sociedad mexicana. Estoy seguro que el 90% de los mexicanos ven como inmoral la decisión de la ALDF independientemente de sus creencias religiosas. Considerar la unión de dos personas del mismo sexo como una boda gay es lo que molesta al común de la gente. De haber manejado la situación como una herramienta legal que permitía a dos personas del mismo sexo hacerse de derechos similares a los que tienen las parejas heterosexuales. Un planteamiento similar hubiera resultado en un conflicto menos intenso.
¿En qué acabará este debate sobre las bodas gay? Probablemente el siguiente gobierno del DF remueva dichas disposiciones para volverse a consagrar con los obispos. Sin embargo, en mi opinión, el Estado debería de tener la capacidad de elegir por sí mismo lo que considera es mejor para sus ciudadanos y que le permitirá generar disposiciones legales de vanguardia sin necesidad de utilizar a la Iglesia católica como brújula. Las creencias de los ciudadanos les indicarán, en lo individual, si disponer de dichos beneficios creados por el Estado o no. Después de todo, por eso somos un Estado laico.
1 comentarios:
Incluso puede llegar a molestarnos que el Gobierno del Estado, o el ayuntamiento de Municipio, aporte tantos miles de pesos a festejar navidad, y cuelguen monos en los edificios cada año. Incluso que se celebren o se den las vacaciones por estos temas resulta interesante. ¿Por què el Estado funciona en cuestiòn de las costumbres religiosas?
La respusta parece evidente: porque es costumbre del pueblo. Nuestro Mèxico, como cristiano (abarcando todo lo que vaya en su lugar), requiere que se le respete su derecho a ir a Misa, el nacimiento de su Dios, etc.
Las familias romanistas, tienen como normatividades primigenias, las cristianas; es decir, sus costumbres y leyes están formadas con base en los principios religiosos.
SI ahora la ALDF les dice que todo lo que creen al Estado no le importa, es muy evidente que van a brincar, primero los que se llenan los bolsillos con la fe del pueblo, y segundo, el pueblo que respeta sus costumbres religiosas por desideratum.
Por eso yo creo, como tú, que el problema principal es de planteamiento, y a esto le gusta muco jugar a la derecha, a decir: ¿estás a favor o en contra del aborto?*,(¡como si alguien fuera abortofílico!, nadie tendría relaciones para abortar, o si?); o la pregunta de: "¿estás a favor de los matrimonios homosexuales?".
El Estado debe dar opciones, con base en la realidad social. Opciones que no le generen gastos excesivos. Y finalmente creo que la palabra "matrimonio" no atenderìa a la figura que se busca con las relaciones homosexuales legitimadas. Habría que generar una figura, como las sociedades de convivencia que a mi gusto es básicamente lo mismo, con las variantes de la adopción y algunas otras que bien podrían configurarse en esta ley de convivencia.
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