La tiranía y la opresión de un virreinato español que llevaba 300 años operando en territorio norteamericano había logrado colmar a los mestizos que se sentían avergonzados al ver cómo sus gobernantes dividían al pueblo para ejercer un portentoso yugo sobre sus voluntades y aspiraciones. Ni qué decir de la vergüenza que causaba el empleo de indígenas como esclavos. Hastiado de tal condición don Miguel Hidalgo y Costilla, sacerdote guanajuatense, convocó a organizar la conspiración contra la corona española apoyado por Ignacio Allende, Mariano Abasolo, Juan Aldama y los Corregidores de Querétaro, Miguel Domínguez y Josefa Ortiz. El propósito inicial de la conspiración era sublevarse en contra de las autoridades españolas como lo dijo durante la convocatoria que lanzó en Dolores. Más adelante, Miguel Hidalgo añadió objetivos para esta lucha independentista como la abolición de la esclavitud, los tributos y el uso de papel sellado en negocios. Como ya lo sabemos, estos fueron los inicios de nuestra Patria.
Pendiente del calendario, he estado consciente de la avenida de esta fecha pero, contrario a la algarabía que vemos transmitida a través de los catódicos rayos de los televisores nacionales, no siento brío patriótico alguno… y no soy el único. En el ambiente se siente un potente escepticismo respecto a lo que se debería festejar el día de hoy. “No tenemos nada qué celebrar”, rezan muchos mensajes en las redes sociales. Tristemente, es cierto; no hay mucho qué celebrar aunque si tenemos algo que conmemorar.
Podemos conmemorar los actos heroicos que se llevaron a cabo hace 200 años pero ¿qué podemos celebrar de nuestro presente? ¿Celebraremos una guerra contra el narcotráfico que lleva un saldo de 28 mil muertos del 2006 a la fecha? ¿Celebraremos el ínfimo salario mínimo y la crecida de impuestos? ¿Legislaciones que limitan el acceso a medicinas y benefician “por mera casualidad” a algunas casas farmacéuticas? ¿Celebraremos las controversias electorales de 1988 y 2006? ¿A los 7 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan? ¿Ser el país con más casos de obesidad? A través de los años, hemos logrado pocas cosas que enaltezcan el espíritu mexicano como para que lleguemos con éste lo suficientemente fresco al festejo del Bicentenario. Es por ello, que este festejo se convertirá en un espectáculo al que podremos asistir para disfrutar de exposiciones artísticas y colorida pirotecnia.
¿Qué nos faltó para el Bicentenario? Un punto de reflexión. De nada sirve la historia y lo vivido (tanto en lo individual como en lo colectivo) si no somos capaces de detenernos y reflexionar nuestro pasado y las cuentas pendientes que el Estado tiene con la sociedad. Si hiciéramos esto, nos daríamos cuenta que tenemos una gran deuda hasta con los Sentimientos de la Nación publicado por José María Morelos y Pavón.
“Somos el pueblo.” Sabe Dios cuántas veces he escuchado esa frase. La verdad es que no somos un pueblo en tanto no tengamos identidad y nos mantengamos desunidos. El mejor ensayo que tenemos sobre nuestra mexicana identidad es Laberinto de la Soledad por Octavio Paz… ¡de 1950! ¿Qué nos representa hoy? ¿Qué es el mexicano hoy? Nuestras tradiciones, costumbres, picardía, carácter ingenioso, comida y bebidas típicas son dignos de celebrarse porque nos representan como mexicanos en todo el mundo aún más que un pasaporte.
También debemos entender como sociedad que todos estamos juntos en este país, estado, ciudad, colonia o barrio. Por ello es que no tenemos ese verdadero amor patriótico, porque sólo sentimos que le pertenecemos a la Nación cuando ésta también nos pertenece a nosotros. México es de nosotros y somos los responsables de verdaderamente unificarlo para hacer que ande como un país competitivo. Pero mientras la discriminación entre mexicanos, el desinterés y la deslealtad dicten nuestro comportamiento en el día a día poco habremos de avanzar.
Así que, para festejar este Bicentenario, le recomiendo que organice una modesta cena con su familia y compartan opiniones sobre el pasado histórico y político de nuestra Nación. De postre no estaría de más sacar nuestro carácter propositivo y diseñar soluciones a las problemáticas del país entre todos. Honremos a los héroes que nos dieron Patria elaborando proyectos ciudadanos (políticos y sociales) para engrandecerla.
Y claro… ¡VIVA MÉXICO!
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