14 de mayo de 2010

La esperanza muere al último

Pareciera que esto no va acabar jamás. Que la violencia cotidiana a domicilio será permanente y estamos condenados a quedarnos escondidos bajo nuestras camas esperando que un delincuente no nos encuentre ahí. Que las recurrentes caídas de la economía mexicana nunca dejarán de acosar nuestros bolsillos y mermar nuestro poder adquisitivo. Tal pareciera que estamos muertos y que esto es el infierno.

Sin embargo, bien vale la pena que tomemos un momento de reflexión para darnos cuenta de que este sentimiento está fuertemente ligado a una visión que hemos cerrado para enfocarnos en lo que pasa día a día, y esto es lo que vemos a diario: muertos novio y padrinos levantados de la boda en Ciudad Juárez; más policías corruptos son detenidos en Monterrey; narcos matan a policías estatales y dejan mensaje en la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán; liberan a jóvenes abusados de centro de rehabilitación en Guanajuato; matan al candidato a alcalde de Valle Hermoso, Tamaulipas por el PAN; asesinan al Coordinador de Servicios Públicos Primarios de Reynosa, Tamaulipas.

Hace no más de quince días, estaba en una sala de chat abierta a usuarios de todas las partes del mundo… de todas las partes del mundo y sólo había gente de Latinoamérica. Un potosino, un capitalino, una colombiana y su servidor nos enfrascamos en una plática sobre la violencia en los tiempos actuales.

Los interlocutores mexicanos narraban anécdotas que la violencia de esta guerra ha dejado en sus ciudades mientras la señorita nos leía calmadamente. “Sí, acá estuvo igual hace unos años”, atinó a decir. Su comentario hizo que decidiera quitar la mirada del día a día.

Colombia atravesó por una época de conflictos armados y guerrillas que podríamos declarar que inició en algún punto de la década de 1960, pero que tiene sus antecedentes en la fuerte violencia partidista que ha acompañado a Colombia desde su Independencia. Durante la primera mitad del siglo XX, gozó de una relativa paz; hasta que el Partido Liberal tomó la decisión de apoyar las guerrillas para propinar un golpe de Estado contra Laureano Gómez y otorgar el poder al general Gustavo Rojas Pinilla. Éste último garantizó amnistía a los líderes de las guerrillas liberales pero creó desconfianza tras la ejecución de algunos líderes.

Tras la retirada forzosa del poder de Rojas Pinilla, surgió el Frente Nacional como un poder de transición por 16 años mientras los partidos Conservador y Liberal decidían reanudar el sistema político democrático. Guillermo León Valencia, el segundo presidente del Frente Nacional, se preocupó por la existencia de “Repúblicas independientes” y, por lo tanto, procedió a someterlas usando al Ejército. Es entonces cuando surgen grupos asociados al Partido Comunista como las FARC, el ELN, el M19 y el EPL siguiendo líneas de pensamiento marxistas. En este escenario político nacional entra en escena uno de los más grandes admiradores de Emiliano Zapata en Colombia, Pablo Emilio Escobar Gaviria.

Desde pequeño, Pablo Escobar era reconocido por tener un amplio registro de actitudes y actividades delincuenciales. Sin embargo, comenzó a construir iglesias, canchas de fútbol y un barrio entero llamado “Medellín sin tugurios”. Mediante la intimidación generada por la ley de plata o plomo, llegó a ser Senador por el movimiento Alternativa Liberal y, en 1982, fue invitado a la posesión como Jefe de Gobierno de Felipe González en España. Todo cambió a raíz de su expulsión del movimiento político por Rodrigo Lara en 1983… a quien después mandó asesinar.

De aquí en adelante, se encargó de extender su registro criminal a niveles nunca alcanzados en aquel país. Mandó asesinar a Guillermo Cano, hizo estallar el vuelo 203 de Avianca (107 muertos), asesinó a varios de los candidatos en las elecciones de 1989, puso un coche bomba frente al DAS (104 muertos y cientos de heridos). En junio de 1991, se entrega con la condición de no ser extraditado y es recluido a “La Catedral”; un año después, se fuga al enterarse que iba a ser trasladado.

Durante su encarcelamiento, siguió operando a sus agentes y logró deshacerse de muchos compañeros mafiosos, como los hermanos Moncada; dichas acciones motivaron en las fuerzas paramilitares y mafiosas la creación de un grupo denominado Los Pepes para enfrentar al capo; lo cual recrudeció la violencia en Colombia. Pablo Escobar fue muerto el 2 de diciembre de 1993.

En la segunda mitad de la década de 1990, el fortalecimiento de los grupos de narcotraficantes y el conflicto, que resultó ser personal, contra los grupos insurgentes resultó en grupos paramilitares (siguiendo con acciones que Pablo Escobar inició) aliados a la fuerza militar del gobierno. Al final de esta década, Pastrana ofreció una negociación buscando lograr una verdadera tregua. Esto configuró el escenario para que Álvaro Uribe iniciara una guerra sin cuartel apoyándose en los paramilitares para desmantelar a las FARC.

Datos más, datos menos; es el caso de Colombia. Y creo que México verá su historia contemporánea escrita en páginas similares a éstas.

Regresamos a nuestra realidad, a nuestro día a día. No digo que ignoremos o minimicemos lo que está pasando alrededor nuestro, sino que debemos buscar en alguna parte un rayo de esperanza que nos aliente para unirnos como mexicanos y salir adelante de las graves crisis en las que estamos sumergidos momentáneamente.

Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción.

Samuel Johnson

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