4 de junio de 2010

Post-hormonallis

Cuando iniciamos una relación afectiva con otra persona y damos paso a la vida sexual en pareja, nos sentimos motivados e impulsados a darle mayores cantidades de placer a la pareja y todo nos gusta del otro. Sin embargo, con el tiempo, dicho deseo va disminuyendo así como la sensación de placer durante el acto sexual. Así es como la gran mayoría de las parejas llegan a la etapa del “Ya no me gusta.”

Muchas de las parejas que atraviesan por esta etapa, aseguran sentir como el deseo sexual y la comunicación de sus fantasías sexuales y jugueteos cae en picada; en consecuencia, la calidad de su vida sexual disminuye drásticamente llevando a una serie de insatisfacciones entre ambos. Es muy importante considerar que, en la mitad de los casos de divorcio, la afectación de la vida sexual es uno de los factores que generan rupturas definitivas entre ambas personas. Tan es así que se ha demostrado que una relación de pareja pobre o conflictiva con buena vida sexual tiene más posibilidades de persistir que una en la que la relación de pareja es buena pero la vida sexual es pobre. Inclusive, puede dar paso a infidelidades. Si todo empieza tan bien, ¿cómo es que se llega a esto? ¿Hay soluciones a este problema?

Primeramente, debemos de identificar los tres factores que se relacionan directamente con la dinámica de una pareja:

  1. Enamoramiento. Cuando conocemos a alguien que nos parece sentimental y sexualmente atractivo, el cerebro envía señales a través de las neuronas hasta el hipotálamos y otras glándulas para que secreten adrenalina, noradrenalina, dopamina y oxitocina. Éste cúmulo de secreciones hormonales son las que permiten a las personas resistir noches enteras haciendo y el amor y conversando sin tener sensación de cansancio o sueño. Sin embargo, también entran en juego descargas eléctricas que descontrolan nuestra vida física, social, emocional e intelectual. Así es como tenemos una serie de respuestas físicas encaminadas a una mejor condición para el acto sexual; además de las emocionales que nos hacen vivir un estado de placer generalizado.
  2. Desacuerdos. No hay relación en la que no existan desacuerdos desde el inicio de la relación, sobre todo en el terreno sexual. A ellas no les gusta que las toquen de alguna manera o ellos prefieren alguna postura que a ellas las incomoda. Sin embargo, la ebullición hormonal los hace dejar pasar estas situaciones pero regresan de manera fuerte e inesperada más adelante en la relación generando fracturas.
  3. Decremento hormonal. Es imposible para el cuerpo humano mantener el ritmo de producción de hormonas que se dio en el enamoramiento. Si al final de esta etapa la pareja se enfrenta a la disyuntiva de separarse, se debe a que nunca desarrollaron vínculos afectivos de compañerismo que son más impávidos pero generan una red de conexiones en la pareja que les permitirán consolidarse a la larga. Bajo esta “pérdida del encanto”, los defectos del otro son más evidentes y puede llegarse al “ya no me gusta cómo lo haces.”

El enfoque común nos dicta que ‘sin buen sexo no basta tener una pareja con los mismos gustos y aficiones, con excelente sentido del humor, atractiva, de buenos sentimientos y que se ame profundamente’. En lo particular, considero que es una estupidez. El deseo sexual radica tanto en el plano hormonal como en el sentimental; es por ello que, a pesar de que vivir el momento y dejarse llevar por el deseo es lo mejor durante el enamoramiento, se debe trabajar en realizar conexiones íntimas a través de la comunicación, la confianza y la tolerancia de manera que derive en la seguridad y paz que la pareja necesitará para iniciar una etapa de apego que trascienda las hormonas del enamoramiento.

Así mismo, es importante que la pareja tenga en mente que el decremento en la frecuencia e intensidad de la actividad sexual no sólo es natural sino esperada; pero las personas suelen confundir un hecho biológico y de interacción irrefutable con sentimientos y expectativas. Lo que inicialmente era una manifestación biológica y natural, la persona la convierte en un pesar que no le permite adaptarse y evolucionar en su crecimiento.

Pero continuemos con el aspecto biológico de estos predicamentos en las parejas. Tras el desgaste de las secreciones de dopamina, comenzamos a secretar acetilcolina y serotonina mediante la que mantenemos a la pareja en una dinámica de participación, colaboración, convivencia agradable, intereses y crecimiento mutuo. La búsqueda de la novedad, dependencia, gratificación y constancia en la relación variarán de manera dinámica a lo largo de ésta; por lo que, después de sentir apego y pertenencia con nuestra pareja se puede revivir el deseo por la novedad de la manera esperada.

Para conservar la pareja y trascender en al influjo biológico de las hormonas, es necesario promover mecanismos socioculturales que permitan eliminar falsas creencias. Por ejemplo, las mujeres reprimen sus deseos sexuales y forma de ser frente al sexo por miedo a ser consideradas zorras. Pero el callar esas insatisfacciones deriva en fracturas sexuales que no se enfrentan y acaban por ser rellenadas con reclamos, enojos e intolerancias; más grave es el problema porque no saben que dichos aspectos negativos derivan de dicha fractura. Así es como llegan al punto de las infidelidades buscando lo que no se tiene porque, equívocamente, se cree que se requiere a una tercera persona para ser espontáneo y proactivo… ambas características dependen del individuo.

Una persona responsable consigo misma aclara respetuosamente los que le gusta y lo que no, evitando poner en manos de otros sus emociones y sentimientos. Es responsabilidad individual formas asertivas de expresarse para bien y para mal. De esta manera, sabremos que las etapas “Ya no me gusta” se enfrentan con auto-conocimiento, asertividad y liberación de falsas creencias para crecer en el sexo.

0 comentarios: